La especie humana es diurna y el cuerpo y la mente han sido diseñadas para tener un descanso total a la noche y una actividad plena durante el día.
Es muy difícil mantener lo contrario.
Actualmente en los países desarrollados el 25 % de la fuerza del trabajo son personas que trabajan de noche o tienen turnos rotativos.
Con esta modalidad en las sociedades modernas el hombre cambió sus horarios habituales o “guías diurnas” y sus ritmos diarios endógenos, secreción de hormonas, cortisol, melatonina, la hormona de crecimiento, jugo gástrico, etc., continuaron como estaban programados.
Este disbalance desde ya trae aparejado un sinnúmero de alteraciones aunque no se expresa en todos de la misma forma.
Son propensos a tener mayor cantidad de accidentes sobre todo cuando salen de un horario nocturno y tienen que recorrer largos trayectos mientras conducen hacia sus casas.
Hay propensión a enfermedades gastrointestinales, psíquicas y a la obesidad entre otras cuantas.
No son aconsejables en la programación del trabajo los turnos prolongados o los descansos muy extensos.
Los trabajadores por turnos soportan este tipo de horarios con consecuencias mas negativas después de los 40 años.